Entrevistando a…Polifacético Empedernido
“Las personas superdotadas son una minoría silenciosa, silenciada e incomprendida”
P- Despierta la curiosidad cuando una persona se llama a sí misma polifacético empedernido. ¿Por qué te defines así?
R- Se debe sencillamente a que a lo largo de toda mi vida he estado reinventando continuamente mi vida a través de estudios e investigaciones propias. Agoto etapas personales e intelectuales rápidamente y esto, junto al hecho de que soy una persona muy decidida y con clara determinación y no me detengo hasta exprimir al máximo cualquier experiencia que me satisfaga. Mis
intereses son muy volátiles, aunque sé que existe una cierta curva de aprendizaje, he pasado por muchísimas fases en campos muy diversos e incluso ahora mismo, estoy en plena transformación y sigo con mis aprendizajes.
P- El hecho de ser superdotado ha sido un factor determinante en tu vida. ¿Cómo habéis gestionado tú y tu familia este hecho?
R- Recuerdo que cuando tenía un año ya podía hablar y comenzaba a leer y mi padre me hizo una especie de diccionario coloreado y adaptado para mí valiéndose de unos cartones. Mis padres advirtieron esto desde el primer momento, detectaron mis necesidades y actuaron en consecuencia poniéndolo todo de su parte. Tenía una curiosidad innata por aprender asique, se podría decir, metafóricamente, que ellos me han dado de comer ese alimento necesario a mis condiciones y yo he comido. Las personas superdotadas son una minoría silenciosa…y silenciada. También incomprendida. Somos solo el 2% y en mi caso, me llevaron a una escuela especializada para estos casos, pero solo para los fines de semana haciendo actividades y pasando tiempo con grupos que estaban en mí misma situación; el resto de los días iba a la escuela pública. El hecho de nacer con una precocidad mental para aprender me supuso tener que llevar una vida un tanto diferente al resto de niños, pero con la enorme ayuda de mis padres, apenas lo noté.
“Yo mismo, te concedo esta entrevista porque valoro el tiempo para hablar de lo que me llena, pero muy posiblemente no pueda verla ni leerla”.
P- Teniendo en cuenta lo que me has contado. ¿qué consejo le darías a una persona en tu situación pero que no goza de ese entorno que la ayude?
R- Es curioso, pero la mayoría de los superdotados no lo saben. Por eso, lo primero que recomiendo es asegurarse de ello y preferiblemente, cuando una
persona está en su etapa infantil porque allí ya empiezan a asomar los síntomas y se ven las señales. Hay personas muy diestras en lo que hacen, pero uno no puede ser un genio en todo lo que hace. En mi caso, por ejemplo, es la comunicación y el lenguaje, pero las matemáticas nunca han sido mi fuerte. Por ello, lo primero que recomiendo es descubrir y conocer tu superdotación. Aconsejo realizarse esta prueba en Mensa, que es una institución que ofrece este tipo de test. En resumen, min consejo a estas personas serían que primero se autoevalúen a sí mismas y que descubran realmente si son superdotados o superdotadas y segundo, que acudan ya cuando estén preparadas, a realizar este test para saberlo a ciencia cierta.
P- Sabiendo que eres un superdotado en el área del lenguaje y la comunicación y también un curioso de la tecnología, ¿qué tipo de lenguaje evoluciona más rápido según tu parecer, el informático o el humano?
R- Esta es una pregunta que hay que desgranar. El lenguaje se enseña a través de las historias y los relatos, nuestro cerebro está programado para aprender de ello y retener esa información y, al mismo tiempo, transmitirlas a los demás. Al fin y al cabo, la memoria es como un músculo, si se entrena, se crean unas conexiones neuronales que se adhieren a tu biología y todo ello lo transmites a tus hijos. Aquí juega tanto el entorno como tu propia bilogía. Han existido civilizaciones, poblaciones y culturas a lo largo de la historia que han desarrollado la escritura, otras no. Esto también es un factor relevante. Hemos pasado del papiro a la informática. Entonces, el lenguaje informático es lenguaje humano transferido a otro dispositivo. Las máquinas no han creado a las máquinas, los humanos las han creado. Somos los que hemos externalizado nuestro lenguaje a uno más complejo, electrónico, eléctrico, como es el informático. Hemos pasado de soportes físicos a virtuales. En lo que hemos avanzado realmente en este campo, es en que la información y el lenguaje se transfieran y se quiten de la biología y se externalicen a dispositivos electrónicos y esto trae nuevos retos que hay que saber gestionar, pero también ventajas. Son, en resumen, caminos opuestos de diferentes trayectorias destinadas a encontrarse.
“Primero di la verdad a ti mismo y después dísela también a los demás. La verdad es un alimento que hay que tomar diariamente”
P-Has mencionado la palabra información. Sin embargo, la desinformación es realmente lo que parece preocuparnos más. ¿Cómo la gestionas tú personalmente y qué papel crees que juega en nuestra sociedad?
R- No hay nada nuevo bajo el sol. Siempre ha existido la mentira, el engaño o la ocultación. Sin la mentira, muy posiblemente, no existiría el mundo tal y como lo conocemos hoy. Primero hay que averiguar a quién beneficia la desinformación, hay que tirar del hilo y ver tanto la forma, como el contenido de lo que se te está contando. Hay que saber captarlo y aquí, por ejemplo, yo me aprovecho de mis facultades lingüísticas y soy capaz de captarlo muy rápido. Trato de evitar medios oficiales para hacer este discernimiento. Me gusta ver dónde está el relato oficial y después, me gusta ver las alternativas, que sigo también sin creérmelas del todo. En resumen, intento de entender porque me están informando de eso y por qué no de lo que realmente quiero saber. Entonces, llego a un punto en el que ya no quiero que me informen, ya estoy harto de que me informen porque quiero encontrarlo yo. Me he quitado las redes sociales, no estoy en Internet de forma oficial y no se me puede encontrar de ninguna forma, porque no quiero perder el tiempo. En nuestra sociedad, vivimos en algoritmos que nos someten y en este escenario la desinformación es uno de los protagonistas de la obra. Nos encierran en cámaras de eco creadas a nuestra medida, donde recibimos todo lo que se nos hacer creer que queremos sin siquiera haberlo pedido. O una secta, o una ideología, o un culto, o un equipo de fútbol. Todo está predispuesto para ser gregario y masificado, y para las personas que están en mi misma situación, que somos solo el 2% rehuimos toda la masificación porque somos muy pocos, una inmensa minoría. Nos venden una burbuja de consumo de contenido inútil que nos roba el tiempo y hay que hacer frente a esto porque es una guerra de relatos. Por ello, la información que recoges y la que das cada vez se vuelve más vital y has de ser prudente. Yo mismo, te concedo esta entrevista porque valoro el tiempo para hablar de lo que me llena, pero muy posiblemente no pueda verla ni leerla.
P- Hablar de este tema me ha recordado a la novela de George Orwell, 1984 y a raíz de ello te pregunto: ¿qué crees que es más importante saber manejar la información o la desinformación?
R- El poder siempre te lo da la verdad, pero no es un poder de sometimiento ni mucho menos. Esto se encuentra, por ejemplo, en la Biblia, cuando Jesucristo enuncia que la verdad nos hará libres. Para liberarte de la mentira tienes que imponer la verdad y para imponer esta verdad tienes que decirla. Cogiendo a España como ejemplo histórico y la conocida leyenda negra española, nuestro relato propio nacional ha sido un fracaso porque hemos sido ingenuos al manejar la verdad y la propaganda y otros países, con pasados más oscuros, hechos más truculentos y manchas más profundas nos han ganado en este campo. Hay que ostentar la verdad y lo verdadero lo máximo posible para que otro no cuente sobre ti un relato falso. Si no te describes a ti mismo, otros lo harán por ti. Ahí está la auténtica batalla de relatos, la batalla por definirse y que no te definan a ti. En el terreno personal es fundamental decirse la verdad a uno mismo porque nos encanta mentirnos y caer en vicios, hacer que el relato en ti cambie y no dejarte llevar hasta las profundidades de las que luego costará salir. La mentira es un vicio humano destructor de vidas. Primero di la verdad a ti mismo y dísela también a los demás. La verdad es un alimento que hay que tomar diariamente, pero debes poner altas dosis de voluntad.
P- Poniendo a un lado el tema del lenguaje, ¿en qué otras ramas de conocimiento has puesto tu foco de interés?
R- Siempre me muevo con algún tipo de interés, aunque sea oculto, pero todo empieza con el interés. He tenido la suerte de formar parte de diferentes grupos practicantes, desde católicos a protestantes, he ido a retiros espirituales muy intensos. Y ya te digo, soy un culo inquieto, al fin y al cabo, de eso se trata de ser un polifacético empedernido hasta los huesos y abrirte al mundo y el mundo te abrirá así sus puertas. Me he acercado al chamanismo, a la psicodelia o a la psicología profunda y pude indagar sobre nuevos estadios de la conciencia. También, por supuesto, me gusta leer la filosofía. Lo que me interesa es tener herramientas y habilidades, duras y suaves como se dice en la actualidad, y todo
esto me lo da. También he estado en el fitness o el culturismo porque me interesa y también a raíz de ser superdotado, uno nutre tanto su intelectualidad que se olvida de nutrir su cuerpo físico. Y lo que no quería es ser un ratón de biblioteca. El ser humano no es un cerebro. También me gusta ponerme retos de supervivencia en la naturaleza es algo que me encanta, aunque ahora con mi familia no puedo dar rienda suelta a tantos planes porque también tengo mis responsabilidades como padre y no quiero descuidarlas. Por último, ahora mismo estoy muy enfocado en la ciberseguridad y en lo tocante a la tecnología y la identidad digital.
P- A día de hoy, estás volcando tu conocimiento en la ciberseguridad. ¿Qué estás estudiando exactamente en este ámbito y qué te aporta?
R- Saber manejar la tecnología lo considero una habilidad vital para este siglo XXI. Pero saber manejarte con ella significa saber cuándo mostrarte y cuándo ocultarte, saber gestionar esa dicotomía. No me gusta dar mi nombre ni mis datos ni mío propio y eso es importante tanto en la vida real como en el espacio virtual. La ciberseguridad es el equivalente de poner una puerta blindada en tu casa. Va a ser muy difícil que entren, pero te aseguro que, si quieren, lo terminarán haciendo. La ciberseguridad no es inquebrantable. Te aporta una confianza más amplia a la del 95% de las personas que, quizás, no tengan esa ciberseguridad, esa puerta blindada. Estoy formándome precisamente en saber cómo gestionar mis propios datos personales, desde las tarjetas bancarias hasta los portales en los que navego, escucho música o entro solo por curiosear. Por ejemplo, yo ahora mismo ya no utilizo portales como Google o YouTube, sino otros que me permiten mantener el anonimato sin dejar mis huellas digitales en el intento. Es simplemente acostumbrarse a llevar esta vida, una higiene digital básica y necesaria para el día a día.
P- Para terminar, me gustaría saber ¿frente a qué te consideras insolente?
R- He de decirte que todo este embrollo de la corrección política o la cultura de la cancelación lo encuentro estúpido y deleznable. Todas esas personas que tratan de encajar simplemente por etiqueta o por un falso deber que ellos mismos no sienten es lamentable. Diría que también aquellas personas que son demasiado
correctas o tratan de vender una virtud inmaculada y perfecta. La perfección y lo perfecto no existe, por la tanto toda esta tentativa de pretender que te vean así, lo ignoro. La fama también es algo muy problemática porque trae consigo personas y circunstancias que uno realmente no desea, trae personas, dinero y recuerdos disfrazados de problemas. Frente a todo esto, sí me considero insolente.